miércoles, 2 de abril de 2008

Another love story - Pt. 4

"No todo lo que brilla es oro..."

El pololeo llevaba meses, Marcelo encontraba en Ignacia cada día una razón para quererla mas, y ella cada dia le daba motivos para que el la quisiera más aún. Los dias se transformaron en semanas, las semanas en meses, y los "te quiero", querian timidamente convertirse en algo mas grande... Algo que no se atrevía aún a salir de sus labios, por miedo... por miedo a estar equivocados, o por miedo a no recibir una respuesta similar.

Cada noche Marcelo daba gracias a Dios, por lo que el creía: "eran los días mas felices de su vida". Todas las noches Marcelo recordaba aquel "si" de Ignacia, un "si" acompañado de una sonrisa repleta de felicidad, y unos ojos brillantes que esfumaron todo el nerviosismo de Marcelo, y que lo llevaron a recorrer este increíble camino juntos. Ignacia le decía a Marcelo cada vez que podía cuanto lo amaba. Le mandaba mensajes todos los días, en el colegio, en su casa, en la noche, recitándole poemas y canciones. Le decía que el era especial, único, una persona maravillosa. No podía creer como nadie lo había atrapado antes, y menos aun, como otras antes de ella, lo habían dejado escapar... Marcelo disfrutaba dejarse llevar por las palabras de Ignacia, y comenzó sin darse cuenta, a caer en las redes del amor. Se comenzó a enamorar de esta chica que hacía que todo fuera perfecto... incluso el era perfecto junto a ella... se comenzó irremediablemente a enamorar de Ignacia.
Nunca antes Marcelo había pololiado tan seriamente,. Nunca antes había pensado que el amor lo hacia feliz, o hiciera que todo alrededor estaba bien gracias a el, al contrario, el amor siempre le traía solo penas y lagrimas, esta vez era diferente.
Como casi todos los miércoles y viernes en la tarde, Marcelo iba a casa de Ignacia, y estaban juntos hasta el anochecer, escuchaban música en la pieza de Ignacia, a la luz de las velas, conversaban, reían, se besaban, dormitaban abrazados, y de vez en cuando comían algo rico que Ignacia tenia en casa. Era lo que ellos llamaban "Miércoles felices" y "Viernes felices". Marcelo se iba de esa casa feliz, sentía su pecho lleno, lleno de lo que el decía era amor, Ignacia lo llenaba, se iba saciado de cariño, y con todo el cariño que Ignacia le daba, podía aguantar hasta la próxima vez que se verían, así lo veía Marcelo.

Una tarde organizaron una salida a Fantasilandia, Marcelo había invitado a su amigo Cristobal, con su polola Javiera, para que finalmente conociera a la "mítica Ignacia", que era como Cristobal llamaba a Ignacia.
Eran las 11 de la mañana, y habían quedado de juntarse en el metro a esa hora, Marcelo esperaba al grupo, que obviamente venia atrasado, cuando vio que los tres bajaban por las escaleras del metro...

- Hola mi niña! como 'ta?! - dijo Marcelo avalanzandose primero sobre Ignacia y besándola en la boca.
- Bien y tu?, esta hace mucho rato aquí?...
- No llegue recién... - dijo Marcelo arreglándole un poco el cabello a Ignacia - Wena pelao'! - dijo luego Marcelo saludando afectuosamente a Cristobal - Hola Javiera...! - agrego finalmente saludando a Javiera, la polola de Cristobal - así que ya se conocieron los tres?! - pregunto Marcelo...
- No, nada que ver! - dijo Cristobal riendo, al percatarse de que aquella chica era Ignacia - veníamos hasta juntos en el metro, y después bajamos las escaleras juntos, pero no tenia idea que ella era la Ignacia!. Hola Ignacia, mucho gusto, Cristobal - agrego Cristobal saludando a Ignacia.
- Hola - dijo tímida Ignacia, saludando a Cristobal y a Javiera.
- Así que al fin conocemos a la famosa Ignacia - dijo riendo Javiera
- Famosa?, porque? - pregunto Ignacia...
- Haaay tu que crees ñoña - le dijo Marcelo - los tengo chatos hablándoles de ti todo el día...
- Ah muy bien - dijo Ignacia sonriendo coqueta, y abrazando a Marcelo... - Espero que hayan sido cosas buenas...

Caminaron al parque, y conversaron sobre todo lo que Marcelo le contaba a Cristobal sobre Ignacia, rieron, y pasaron una buena tarde, lo que finalmente llevo a Cristobal, a que en medio de un juego, mirara a Marcelo, y le hiciera un gesto con dedo para arriba, Ignacia había pasado la prueba de fuego, había sido aprobada por Cristobal, todo estaba bien.
Ya llegada la hora de cierre del parque, todos concordaron en que no querían irse a sus casas, Ignacia tuvo la idea de que fueran a la suya, e hicieran un carrete piola, sus padres andaban de paseo, y no había nadie, todos estaban de acuerdo, y Marcelo pensaba que todo estaba saliendo muy bien ese día.
Tomaron el metro, y se bajaron en la estación donde vivía Ignacia. Cristobal y Marcelo conversaban, y notaban alegres que Javiera e Ignacia se estaban haciendo muy buenas amigas. Fueron al supermercado, y decidieron comprar pizza para comer esa noche. Compraron un par de botellas de ron, bebidas, y se dirigieron a la casa de Ignacia...
Marcelo en ese momento se detuvo a analizar la escena: el con su mejor amigo, y las pololas de ambos comprado en el supermercado para hacer un carrete piola. Tomo a Ignacia de la mano, y penso "Podría vivir así por el resto de mis días..."

Avanzada la noche, los cuatro amigos estaban sentados alrededor de una pequeña mesa de centro, en el living de la casa de Ignacia. Se podía oler aun el olor a queso quemado (culpa de Marcelo quien quiso demostrar cuanto sabía de cocina), y sobre la mesa se veían cuatro platos sucios, y cuatro vasos recién llenos con lo que era mas o menos el tercer trago de la noche.
Marcelo estaba feliz, no podía estarlo mas. Conversaban sobre temas en común, cada uno abrazado de su pareja. De vez en cuando en la radio se escuchaba un tema que les gustaba, y se paraban en grupos de a 2 o 3, a bailar.
Mientras conversaban distraídamente, Marcelo escucho una canción a la que no pudo ignorar en ese momento. Era un tema romántico del grupo mexicano "Cafe Tacuba". Tomo a Ignacia de una mano, la rodeo por la cintura, y comenzaron a bailar... fue el momento mas romántico que habían vivido juntos. El ambiente era perfecto, la música era excelente, y Marcelo no podía pedir una mejor compañía que la de Ignacia.
Los segundos pasaban suaves al son de la música, y Marcelo le cantaba a Ignacia al oído...

"Soy el que quererte quiere como nadie soy,
el que te llevaría el sustento día a día, día a día,
el que por ti daría la vida, ese soy."

Marcelo se sentía como volando, podía ser la noche, el cansancio del día, el alcohol, o simplemente Ignacia, Ignacia lo hacia volar, su piel, sus manos, sus ojos, esos ojos negros que lo envolvían en un sentimiento tan grande, que Marcelo aveces sentía que se ahogaba de tanto amor.
Una vez terminado el tema, Ignacia tomo a Marcelo por el rostro, y lo beso tiernamente en los labios. Acto seguido, lo miro a los ojos y le dijo "Te amo". No era el primer "te amo" que Marcelo recibía de Ignacia, aún así, el no se sentía listo para responderle de la misma forma. Sin embargo, ese día, esa noche, Marcelo había formado un sentimiento solido, puro, y que lo convencía de que esto podía ser para siempre, quizás esas palabras que tantas veces había reprimido en sus labios por miedo a equivocarse, ahora tímidamente tomaban fuerza, y querían definitivamente salir.

Una hora después de ese momento, Marcelo e Ignacia estaban cansados. Cristobal y Javiera se veían peor, así que decidieron que era el momento de acostarse.
Ignacia dispuso de la pieza de su hermano mayor, para que Cristobal y Javiera durmieran en ella. Marcelo dormiría con Ignacia, en la pieza de Ignacia. En ningún momento Marcelo dejo de sentir la tensión del momento. Nunca habían dormido juntos una noche entera, en todo el tiempo que llevaban pololiando, Marcelo siempre evitaba la situación, no quería que Ignacia se sintiera incomoda, solo quería que ella estuviera bien, pero ahora era ella, la que quería que Marcelo estuviera bien.

Marcelo se acostó primero, en esa pieza que conocía muy bien, muchas tardes y momentos felices había vivido ahí. Estaba rodeado por tenues luces de vela, que hacían que la habitación tomara cierto vaivén, que hacía a Marcelo sentirse como si estuviera en una cuna. A la distancia, Marcelo podía oír la ducha... oía el agua caer, furiosa sobre el suelo, y sobre el cuerpo de Ignacia. Así Marcelo cerro sus ojos, dejo volar su mente, y se durmió... levemente se durmió.

El sintió unos labios sobre los propios, y abrió lo ojos. Ahí estaba ella, sonriendo, mirándolo, entre niña y mujer... sin decir una sola palabra. Comenzó a besarle, y sus cuerpos comenzaron a juntarse. El podía sentir cada centímetro de piel de su amante junto a si mismo, cada centímetro le brindaba un calor especial, una paz, que recorría su cuerpo desde la punta de sus pies, hasta su cabeza, liberándose en besos arrebatados de su conciencia por la pasión y el deseo. El deseo de ambos de amarse, de ser del otro, de entregarse y de recibir lo mas hermoso que han tenido alguna vez, amor. Lentamente sus manos comenzaron a recorrer el cuerpo de la persona que amaba, tocando con dulzura cada parte de su ser, saboreando la suavidad de su piel, llevándola a sentir un éxtasis de lujuria con cada roce. El podía sentir su aroma, el aroma de su pelo, de sus labios, de sus pechos, de su vientre, de su cuerpo... un aroma que lo trasportaba a lugares lejanos en el cielo, los cuales nunca había visitado. Poco a poco comenzaron a despojarse de sus ropas, las prendas caían una a una sobre el suelo, y dejaban sus cuerpos desnudos al descubierto. Piel contra piel, el deseo, la pasión, la lujuria, aumentaron mas aún... los besos eran grandes bocados que se alimentaban del alma, los brazos rodeaban y tocaban el cuerpo del otro, y la mente estaba ya en latitudes recién descubiertas... El pregunto, "Estas segura"?... Una sonrisa le respondió, una mirada penetrante que le llego al alma, y lo hizo sentir seguro...

Cuando mas tarde, Marcelo se percató de la situación, de que estaba desnudo, acostado, junto a Ignacia, mirándolo a los ojos, con una expresión de felicidad completa, se dio cuenta de que todo había sido realidad, nada había sido un sueño... fue tan maravilloso, que Marcelo creía estar soñando, pero aún mas maravilloso fue darse cuenta, de que todo era realidad...
Bajo la mirada, y con los ojos fijos en los de Ignacia, la beso, acaricio su suave piel, y le dijo suavemente, pero con un tono firme y seguro...

"Te amo..."



3 comentarios:

Erick dijo...

Me gustan tus escritos, Pedro, pero debo admitir que por mi escaso uso de cordura, prefiero vuestros cuentos mágicos.

Opino que Marcelo es... no sé... valiente quizás... es que a veces cuesta mucho decir las cosas que uno debe, y son realmente los miedos los que nos reprimen y nos impiden hacer aflorar palabras tan hermosas como
"No quiero que esto muera jamás" (= a un te amo).

Sigue escribiendo,
siempre lo digo,
y muchas bendiciones,
mi increíble y gran amigo.

Cariños,

Erick

pikalbert dijo...

NO TA BLE!!!


ta linda la historia

=)

este vendria siendo el final???

ojala lo fuera... xk me gustan los finales felices

^^

Perro Ql. dijo...

Me dio pena...
no es el final...
creo que faltan dos o tres partes mas...

y...
bueno...
ya los 2 o 3 pelagatos que pasan por aquí...
saben que no soy adicto a los finales felices...
Este final, es especial ...

=)